Hay quien nos dice que estamos locos, con los tiempos que corren, por haber querido tener un tercer hijo, pero mi marido y yo somos de los que pensamos que lo mejor que le puedes dar a un hijo es un hermano.
Lo que me sorprende, y de eso es de lo que quiero hablados hoy, es de la gran cantidad de opiniones negativas con las que me he encontrado sobre la llegada de un nuevo hermano.
Obviamente los niños (y me refiero a aquellos que están en edad de enterarse) ven en este acontecimiento algo distinto, nuevo... Pero ¿acaso no cabe la posibilidad de que los niños lo vean como un momento alegre, tierno, y del que sentirse orgulloso?
Si buscamos en la red cuentos que hablen sobre este tema, tenemos en gran medida títulos que hablan sobre cómo los niños sufren por la llegada de un hermano, se angustian, se sienten rechazados, se celan... Se trata siempre de cuentos educativos que intentan conseguir que los lectores sean capaces de ver este acontecimiento como algo positivo, pero no dejan de mencionar desde el principio las cosas "malas" que se experimentan siendo un miembro más en la familia.
Como ejemplo, estos títulos:
Espero un hermanito, de Marianne Vilcoq.
Tengo un hermanito, de Ana Iriarte.
El mono Caraya y su hermanito, de Chanti de Colihue.
Un hermanito para Gregorio, de María Lidia Brunori De Civilotti.
Will There Be a Lap for Me?, de Dorothy Corey.
Por suerte algunos libros he encontrado que enfocan la llegada de un bebé como algo positivo:
Todos sois mis favoritos, de Sam McBratney.
Big Sister Now, de Annete Sheldom.
Otros autores aprovechan este tema para explicar a los niños de forma amena de dónde vienen los bebés, qué ocurre dentro de la barriga, e incluso en qué consiste un parto. Como ejemplo ¡Mamá puso un huevo! o como se hacen los niños, de Babette Cole.
Personalmente estoy de acuerdo en todo y en nada con estos tres grandes grupos de cuentos. Nunca sabemos por dónde van a salir nuestros hijos (cuando son pequeños) al aumentar la familia, pero si desde el principio les contamos de manera indirecta que van a sentir celos o que se van a sentir desplazados, por mucho que después se lo pintemos de otra manera, acabarán sintiéndose mal. Si en cambio les hablamos de la parte buena de ser uno más, recibirán al bebé con más alegría. Creo también que hacerles ver que este suceso implica básicamente darles trabajo y responsabilidades, tampoco es lo más acertado. Y en cuanto a contarles el proceso biológico sobre el nacimiento de un bebé, estoy básicamente en desacuerdo. No se trata de mentir, ni de hablar con eufemismos como se hacía antiguamente, pero creo que hay que aprender cada cosa a su debido tiempo y que explicar a un niño de 5 años el proceso de parto no le aporta nada en absoluto.
Por si a alguien le sirve de ayuda nuestro ejemplo, aquí lo hemos vivido, más o menos, como os relato a continuación.
Cuando nuestro segundo hijo nació el mayor tenía dos años recién cumplidos. Antes del nacimiento daba muchos besos a la barriga y decía el nombre de su futuro hermano, pero sin tener ni idea de lo que estaba haciendo. Cuando nació su hermano todo eran buenas caras, buenos gestos, ponerle el chupete, acariciarle..., hasta que un buen día empezó su etapa de celos que le hizo portarse peor (pataletas, dormir mal, pegar en la guarde). Lo que hicimos, gracias a lo cual esta etapa duró un mes escaso, fue reñirle cuando se portaba mal pero "ignorar" los celos, es decir, no darles más importancia de la que tenían sabiendo que es una etapa por la que pasan todos los niños que como viene se va.
Ahora tenemos a un niño de 4 años y medio y otro de dos años y medio. El pequeño no se entera de que va a tener una hermana, pero sí se acuerda a todas horas. Es decir, le habla a la barriga, la acaricia, cuando ve ropa de bebé sabe para quién es... si hace un dibujo me destapa la barriga para enseñárselo a su hermana...., pero son conductas que hace por imitación, no porque realmente comprenda qué hay dentro de esta inmensa panza...
El mayor, en cambio, sabe de lo que habla. Entiende que su hermana está dentro de mi barriga, y cuando pone sus manos me pregunta si eso que está tocando es un pié... Está feliz porque en casa vaya a haber, como él dice, "un bebé nuevo", y se siente bien por tener "responsabilidades", pero ha sido él el que se las ha "pedido" (ponerle el chupete si llora, o cantarle para que duerma la canción "Hay un amigo en mí", de la película Toy Story); son tareas que no se las hemos impuesto nosotros dando por hecho que necesita sentirse mayor para no verse desplazado. Prepara a su manera el nacimiento de su hermana: le hace dibujos, coge una cuerda y pegándola con papel celo le hace pulseras y collares... Y a todo el mundo le cuenta orgulloso que "como ya es primavera ahora Paula puede nacer cuando a ella le apetezca". No le hemos hablado ni de cómo se hacen los niños, ni le hemos explicado cómo es un parto; simplemente le hemos dicho que cuando vaya a nacer iremos al hospital.
Igual nos equivocamos pero cuando mi marido y yo hablamos de cómo se tomarán la llegada de su hermana vemos una gran diferencia de lo que sucedió al nacer el segundo: nuestro hijo mayor pasó de estar él solo a que de repente hubiese un hermano más, pero en cambio ahora el pequeño es un niño que ha vivido siempre con un hermano, no sabe lo que es ser hijo único, por lo que el proceso de celos que había vivido el mayor es muy probable que no lo experimente.
En definitiva: a saber cómo son las cosas a partir de la semana que viene (o la siguiente), pero será algo precioso que recordaremos siempre y de lo que sacaremos muchas conclusiones positivas.
La frase de la semana
La frase de la semana:"Todos los días tienen algo bueno que te encantaría que se repitiese"
sábado, 22 de marzo de 2014
jueves, 20 de marzo de 2014
Feliz día del padre
¡Muchas felicidades a todos los padres!
Seguro que todos los niños han vuelto del colegio con alguna manualidad.
Aquí os dejo la que hemos hecho nosotros en casa.
Se trata de una alfombrilla de ratón para el ratón hecha con goma eva. Todo está pegado con pegamento de barra del de toda la vida, y la pupila y el hocico están pintados con bolígrafo.
La idea la saqué de www.conmishijos.com, pero la que aparece ahí es "más profesional", con materiales que en casa no teníamos...
Por cierto, ¿recordáis que cuando éramos pequeños siempre hacíamos ceniceros de barro para el día del padre?, pues que sepáis que ahora está prohibido por ley hacerlos en los colegios. Algo parecido a los pitillos de chocolate: ya no existen, ahora son lápices de chocolate...
Seguro que todos los niños han vuelto del colegio con alguna manualidad.
Aquí os dejo la que hemos hecho nosotros en casa.
Se trata de una alfombrilla de ratón para el ratón hecha con goma eva. Todo está pegado con pegamento de barra del de toda la vida, y la pupila y el hocico están pintados con bolígrafo.
La idea la saqué de www.conmishijos.com, pero la que aparece ahí es "más profesional", con materiales que en casa no teníamos...
Por cierto, ¿recordáis que cuando éramos pequeños siempre hacíamos ceniceros de barro para el día del padre?, pues que sepáis que ahora está prohibido por ley hacerlos en los colegios. Algo parecido a los pitillos de chocolate: ya no existen, ahora son lápices de chocolate...
martes, 18 de marzo de 2014
De vuelta a la realidad
Hace días, muchos, muchísimos, que no escribo en este blog. Y el motivo no es otro que el estar a punto de dar a luz. Hay a quien le parezca motivo más que suficiente para "no hacer nada", para estar centrada en prepararlo todo para ese día, y para no tener la cabeza en otra cosa.
Pero tratándose de un tercer hijo..., creo que estoy siendo un poco exagerada.
Acabo de leer un artículo del blog (en inglés) babyeinstein, cuyo título reza 'Dads: They're are not trying to be perfect Moms' que dice, básicamente, que la diferencia principal entre madres y padres es que nosotras estamos haciendo una cosa con los niños mientras a la vez tenemos la cabeza en qué vamos a hacer de cena, si hay ingredientes para todo, si mañana toca gimnasia y hay que lavar el chándal, etc, mientras que los padres disfrutan más del momento con sus hijos porque están centrados en esa actividad, y cuando la terminan se mueven por necesidades, es decir, que el niño tiene hambre, pues en ese momento deciden qué cocinar según lo que hay, y a continuación, si echan algo en falta, lo añaden a la lista de la compra.
En resumen, son mucho más prácticos que nosotras. Mi opinión es que la organización general de la casa suele funcionar, en gran medida, gracias a lo que las madres hacemos, pero sí es cierto que tenemos mucho que aprender de ellos.
Y a raíz de este artículo me doy cuenta de todo el tiempo que he "perdido" preparando la organización de mi casa para cuando me ponga de parto. Me he centrado últimamente en que no tenga ropa amontonada para planchar, en que la colada esté al día, en que haya en el congelador cosas sencillas para darles a los niños una cena rápida... Pero me he olvidado de mi familia y de mí misma. Hace días que no hago manualidades a lo loco dejando todo revuelto hasta que los niños se duermen y me pongo a limpiar los restos de barro..., hace días que no me pongo con mis hijos a hacer masa de galletas... Incluso hace días que no me pongo ni pendientes.
Pero, y espero que no sea tarde, al menos hoy me he dado cuenta de que toda esa organización "no vale para nada". ¿Acaso el parto va a depender de si tengo todo ordenado para cuando vuelva del hospital? ¿Daré a luz de una forma u otra si llevo las uñas pintadas?
En realidad, si las contracciones, cuando las tenga, son progresivas, me da tiempo a "ultimar detalles", y si es tan rápido que no me da tiempo a nada, será un parto tan perfecto que no habría sido necesario tener nada de eso preparado.
Así que de aquí a que nazca la pequeña Paula, iré compartiendo aquellas cosas que tenía y tengo en mente.
Pero tratándose de un tercer hijo..., creo que estoy siendo un poco exagerada.
Acabo de leer un artículo del blog (en inglés) babyeinstein, cuyo título reza 'Dads: They're are not trying to be perfect Moms' que dice, básicamente, que la diferencia principal entre madres y padres es que nosotras estamos haciendo una cosa con los niños mientras a la vez tenemos la cabeza en qué vamos a hacer de cena, si hay ingredientes para todo, si mañana toca gimnasia y hay que lavar el chándal, etc, mientras que los padres disfrutan más del momento con sus hijos porque están centrados en esa actividad, y cuando la terminan se mueven por necesidades, es decir, que el niño tiene hambre, pues en ese momento deciden qué cocinar según lo que hay, y a continuación, si echan algo en falta, lo añaden a la lista de la compra.
En resumen, son mucho más prácticos que nosotras. Mi opinión es que la organización general de la casa suele funcionar, en gran medida, gracias a lo que las madres hacemos, pero sí es cierto que tenemos mucho que aprender de ellos.
Y a raíz de este artículo me doy cuenta de todo el tiempo que he "perdido" preparando la organización de mi casa para cuando me ponga de parto. Me he centrado últimamente en que no tenga ropa amontonada para planchar, en que la colada esté al día, en que haya en el congelador cosas sencillas para darles a los niños una cena rápida... Pero me he olvidado de mi familia y de mí misma. Hace días que no hago manualidades a lo loco dejando todo revuelto hasta que los niños se duermen y me pongo a limpiar los restos de barro..., hace días que no me pongo con mis hijos a hacer masa de galletas... Incluso hace días que no me pongo ni pendientes.
Pero, y espero que no sea tarde, al menos hoy me he dado cuenta de que toda esa organización "no vale para nada". ¿Acaso el parto va a depender de si tengo todo ordenado para cuando vuelva del hospital? ¿Daré a luz de una forma u otra si llevo las uñas pintadas?
En realidad, si las contracciones, cuando las tenga, son progresivas, me da tiempo a "ultimar detalles", y si es tan rápido que no me da tiempo a nada, será un parto tan perfecto que no habría sido necesario tener nada de eso preparado.
Así que de aquí a que nazca la pequeña Paula, iré compartiendo aquellas cosas que tenía y tengo en mente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)