La frase de la semana

La frase de la semana:
"Todos los días tienen algo bueno que te encantaría que se repitiese"

miércoles, 7 de octubre de 2015

Recetas imprecisas de todo y nada

Hace ya unos cuantos días mi hermana me pidió la receta de la bechamel. No es que me cueste escribir, aunque sí me falta tiempo, pero no he sido capaz de hacerlo todavía porque no sé cómo...

Esto me recuerda a hace unas semanas cuando intenté colgar la receta de unos bollitos para merendar... y tampoco pude. Es más, iban a ser medias noches, pero resultaron ser bollitos, riquísimos, es o sí, pero no eran lo que yo tenía en mente.

¿Qué pasó? Que quien me dio la receta es una cocinera estupenda pero no sabe dar recetas.
Vengo observando esto últimamente en las abuelas y buenas cocineras de mi entorno. A preguntas esenciales para nosotras, pobres inexpertas, del estilo ¿cuánta cantidad le echo? (de lo que sea) dan respuestas absurdas del tipo "no sé, hija, lo que te pida", "tu ya vas viendo", "un poco a ojo", "a tu gusto"... Me cabrea, y mucho, y me entran ganas de decir "pues a mí el caldo no me pide nada", "a mi gusto no, al tuyo, que es quien sabe hacer la receta"...
Después está el tema de las medidas: siempre te las dan inexactas, usando como ejemplo recipientes que ya no tenemos en las casas. Te dicen: echa de agua una taza de duralex, de aceite necesitas medio vaso de los de nocilla. ¡No se darán cuenta de que el duralex es un material, no un tipo de taza!, y que además casi nadie las tiene ya (en gran medida debido a que una de las características de estas viejas tazas es que al caerse se rompen en mil pedazos pequeñitos y por eso ya nadie las quiere).
Tampoco piensan en que los vasos de nocilla de antes tampoco tienen la misma medida de los de ahora. ¿Qué haces en ese momento? ¿Le pides "su" vaso de nocilla o le preguntas: cuál, el de la promo de Minions o el de Frozen?
Imaginad que le doy a mi suegra una receta y le digo que de agua eche la mitad de un vaso de los de vino de la serie Murkla de Ikea, ¡la cara que se le quedaría!

Pero esto de lo que me quejo debemos tenerlo en el subconsciente cuando hacemos una cosa de forma automática. Hacemos algo pero no sabemos expresarlo, simplemente sabemos hacerlo, y como no tenemos que enseñar, no nos fijamos en cómo explicarlo. Y eso mismo me sucedió con la dichosa receta de la bechamel.

Mi primera versión era algo tan preciso y a la vez impreciso como:
Ingredientes:
Aceite: cubres la base la satén, como medio dedo meñique de alto;
Sal: un poquito;
Mantequilla (aunque en realidad yo siempre uso margarina, no sé cómo me las apaño): de la tarrinas da las de toda la vida, unos tres dedos;
Harina: ahí ya me pillas, un poco a ojo, no sé, una montaña;
Nuez moscada: ahí sí que sé, salpico cinco veces  por la parte del bote con agujeros pequeños (tengo la rara manía de contar a la vez);
Leche: lo que te pida, según veas que va espesando.

Me sentí bastante abuela así que mejor era no darle la receta y sugerirle que viniese a mi casa en Navidad y me viese hacerla.

Os dejo aquí, por si queréis arriesgaros, la NO receta de los bollos-medias noches:

Hacer una masa con:
10-20 gr. de levadura prensada desleída en 3 dedos de leche (a saber el ancho del vaso) y 100 gr. de harina.
Hacer otra masa con:
2 vasos de harina (a saber qué vasos)
2 huevos (me imagino que de los medianos)
50gr. mantequilla
1 1/2 cucharada de azúcar (¿de postre?, ¿sopera?)
sal (lo que te pida)
3 dedos de agua

Unir las dos masas y taparlo hasta que duplique su volumen. Hacer bolitas y colocarlas en una fuente de horno y esperar a que suban otra vez. Pintar con huevo y hornear (más o menos, 20 minutos a 180º)




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