¡No más peluches por Dios!
Eso gritamos todos los padres desesperados cada cumpleaños... Abultan, no sabes dónde meterlos, llenan todo de polvo... pero nos encantan y enternecen. Siempre hay algún oso en alguna tienda que parece que te mira sólo a ti, con esa carita... Y caes; lo compras, lo llevas a casa, pasa a ser uno más de la familia y cuando tu hija te pide jugar coges al oso, lo acaricias, lo acunas....
¿Pero cómo te deshaces de un peluche? Cuando un juguete está viejo, no sirve, no lo usan, ni lo quieren..., te da igual; compruebas si donarlo o si está para tirar y ya, no le das más vueltas. Pero el oso, otra vez... vuelve a mirarte con esa cara de por Dios no me tires, de sé que eres mayor pero te gustaría que fuese de verdad para que te diese un abrazo... Que no puedes.
Metes todos los juguetes en una bolsa de basura (grande y negra para que los niños no sepan qué hay ahí dentro) y los bajas al maletero para dejar en Cáritas, pero al llegar se asoma el hocico del oso por la bolsa y acabas donando todo menos los peluches. Piensas, "pobres, seguro que de noche lloran", "seguro que justo hoy me piden este peluche".... Todo por no aceptar que es a nosotras, a las madres, a las que nos cuesta deshacernos de los peluches y muñecas.
Entonces se te ocurre un buen día que sin alejar mucho al oso de la familia lo que puedes hacer es endosárselo a tu hermano. Ahora sí, a él ni le preguntes, se lo das directamente a su hija que no podrá decir que no al oso cuando le mire con esa cara...
Y en este caso, había que tunearlo, había que convertir al oso en una osa porque iba a ser para una niña y para que los niños aceptasen mejor que era la osa de su prima y que había que llevársela y DEJARLA EN SU CASA...
¿Pero cómo te deshaces de un peluche? Cuando un juguete está viejo, no sirve, no lo usan, ni lo quieren..., te da igual; compruebas si donarlo o si está para tirar y ya, no le das más vueltas. Pero el oso, otra vez... vuelve a mirarte con esa cara de por Dios no me tires, de sé que eres mayor pero te gustaría que fuese de verdad para que te diese un abrazo... Que no puedes.
Metes todos los juguetes en una bolsa de basura (grande y negra para que los niños no sepan qué hay ahí dentro) y los bajas al maletero para dejar en Cáritas, pero al llegar se asoma el hocico del oso por la bolsa y acabas donando todo menos los peluches. Piensas, "pobres, seguro que de noche lloran", "seguro que justo hoy me piden este peluche".... Todo por no aceptar que es a nosotras, a las madres, a las que nos cuesta deshacernos de los peluches y muñecas.
Entonces se te ocurre un buen día que sin alejar mucho al oso de la familia lo que puedes hacer es endosárselo a tu hermano. Ahora sí, a él ni le preguntes, se lo das directamente a su hija que no podrá decir que no al oso cuando le mire con esa cara...
Y en este caso, había que tunearlo, había que convertir al oso en una osa porque iba a ser para una niña y para que los niños aceptasen mejor que era la osa de su prima y que había que llevársela y DEJARLA EN SU CASA...
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